Q
b
b

EXPLORA

CONOCEME

ESCAPA

HOLA

Si llegaste hasta aquí, no te vayas con las manos vacías.

Te contaré una historia. Quedate conmigo unos minutos.

Soy un chaval de pueblo. No un chaval de pueblo cualquiera, sino uno que se creía de ciudad.

No me creía diferente, no es el caso, no miraba a mis amigos por encima del hombro.  Jugaba y era uno más. Un niño salvaje de pueblo, no por ser de pueblo, sino que en todos lo sentidos los niños son salvajes.

Lanzábamos piedras a todo lo que se moviera o brillase, y en lo que a lo que se moviera se refiere, entrabamos nosotros.

En la hora del recreo, se organizaban dos bandos en la parte de atrás del colegio. No había lógica alguna en su formación; todo dependía del azar. Algunos cruzaban por un lado del edificio, otros por el opuesto, y, al encontrarse, se desataba el frente de batalla.

Nuestra mayor diversión era lanzarnos la grava que algún iluminado había decidido poner para tapar la arena de un colegio de primaria.

Algo impensable hoy en día, pero antes, pasaba y era muy normal.

La primera vez que me di cuenta de la dureza de la vida fue en la batalla del 99, cuando uno de los chavales de mi clase decidió probar su puntería con mi cabeza.

Si llegas a conocerme, sabrás que no es difícil acertar.

Pero me acojoné.

Recuerdo llevarme la mano izquierda al pelo y encontrarla empapada en sangre. Corrí. Según yo, corrí más rápido que nadie. Me lavé las manos y busqué a una de las profesoras que oteaban el patio desde la distancia, sosteniendo un rifle tranquilizador entre los brazos.

 ¿No os parece extraño que las cárceles y las escuelas tengan tantísimos puntos en común?

Cuando las profesoras me miraron la cabeza, no encontraron nada. No tenía ninguna herida, no había brecha, y de verdad que os juro que no lo entendía.

¿Cómo era posible?

Mirándolo con perspectiva, creo que me acojoné tanto por el ostión de la piedra, que mi imaginación desmedida unida a la confusión del momento. Me hizo «creer» que estaba bañado en sangre, pero no era así. No había sangre, no había nada.

¿De qué me sirve a mi esta historia? Te preguntarás.

De nada.

Solo es una historia para que me conozcas. Y valores si debes contratarme, o si quieres irte ya, sin acabar de leer lo que te quiero contar.

He sentido miedo muchas veces como aquel día a lo largo de mi vida, pero ya no busco a nadie que lo confirme; Se que tengo miedo. Me lavo las manos,  y sigo con mi vida.

El miedo a no ser suficientemente bueno me ha hecho perder un huevo de oportunidades, pero ya estoy cansado.

Te invito a investigar un poco sobre mí, no encontrarás muchos detalles interesantes por aquí. No te voy a mentir, no soy ningún gurú del audiovisual, solo me defiendo y estoy empezando en el mundo del marketing. Eso no significa que no vaya a ser muy bueno en ello; estoy seguro de que lo seré, solo que de momento, no lo soy.

Así que si esperas que te deje atónito con mi visión artística y técnica, mejor busca en otro lado.

Soy un chaval más, pero de pueblo. He cortado leña, he mezclado cemento, sé lo que es trabajar duro, y eso puede ser un gran punto frente a mi competencia. He estado en el barro y sé como piensa la gente que está aquí, conmigo.

Si aún después de este último párrafo, quieres conocerme, te dejo mi curriculum.

SI DESCUBRES ALGO QUE TE GUSTA ¿POR QUÉ NO CONOCERME?

  • Combino creatividad audiovisual con estrategia de marketing.
  • Manejo herramientas profesionales como Premiere, After Effects, Photoshop y 3ds Max.
  • Creo contenido real, auténtico y enfocado en resultados.
  • Soy proactivo, resolutivo y siempre aporto valor.