Desde sus primeros pasos, el mundo del diseño 3D ha estado lleno de incertidumbres sobre su futuro. En sus inicios, el 3D era un campo exclusivo, reservado casi en su totalidad para el cine de Hollywood y para la emergente industria de los videojuegos. Aquellos primeros modelos y animaciones 3D parecían una tecnología de vanguardia, un terreno desconocido para muchos. Sin embargo, con el paso de los años, ese dominio tan restringido se fue expandiendo, abriendo caminos hacia nuevas y emocionantes aplicaciones.

Hoy en día, el 3D es un elemento esencial en casi todas las industrias creativas. Ya no se limita a las pantallas de cine o a los videojuegos; su huella está presente en la publicidad, la realidad virtual, la realidad aumentada y muchas otras disciplinas. El diseño 3D se ha convertido en una herramienta indispensable para creadores de todos los rincones del mundo, transformando la manera en que interactuamos con el contenido visual y abriendo nuevas posibilidades para contar historias.

Con esta expansión, también ha crecido la demanda de nuevos artistas, diseñadores y creativos dispuestos a sumergirse en el vasto universo del 3D. Muchos de los que se aventuran en este campo abandonan las técnicas tradicionales del arte para explorar un terreno más técnico, más desafiante, donde las herramientas van más allá de lo conocido. No es como Photoshop, no es solo un programa de edición; el 3D es un sistema complejo que involucra matemáticas, física y una infinita cantidad de efectos y condiciones que transforman cada proyecto en un reto. Es un lenguaje visual diferente, que exige una nueva forma de pensar y crear.

En mi propio camino, hace algún tiempo decidí investigar qué programa sería el mejor para empezar a aprender 3D. Me encontré con varias opciones, pero fue 3ds Max, el gigante de Autodesk, el que finalmente me atrajo. A pesar de las voces que dicen que programas gratuitos como Blender están ganando terreno, para mí, esta competencia solo añade un toque de emoción al panorama. 3ds Max no se ha quedado atrás, y sigue luchando en la industria con innovaciones constantes, como la integración de inteligencia artificial y plugins que están abriendo puertas a nuevas posibilidades creativas.

Es cierto que, en un mundo tan dinámico, no hay nada seguro. Programas que parecían invencibles han cedido terreno frente a nuevas propuestas, y la industria misma cambia constantemente. Pero, a pesar de las amenazas de nuevos competidores, 3ds Max sigue siendo una de las herramientas más poderosas y utilizadas por los artistas. La clave está en su capacidad para adaptarse, para evolucionar con las nuevas tecnologías. Si bien es cierto que la competencia de Blender es fuerte, el campo de batalla sigue siendo el de 3ds Max, que no solo ha mantenido su relevancia sino que continúa abriendo nuevas oportunidades con cada actualización.

El futuro del 3D está claro: la industria está entrando en una fase de convergencia con la inteligencia artificial, abriendo nuevos horizontes para aquellos que se arriesguen a explorar su potencial. El 3D no es solo una moda; es el futuro del diseño visual. Y mientras las herramientas evolucionan, nosotros como artistas debemos adaptarnos y seguir aprendiendo, porque lo que está por venir es imparable.

El 3D está en un momento crucial, listo para reinventarse una vez más. Y, al igual que los artistas que lo han abrazado desde sus inicios, debemos estar preparados para dar el siguiente paso.